“Pondré mi Ley (mi naturaleza, el YO SOY) en su interior…” (Jeremías 31, 33)

Casi cuatro mil millones de años atrás. Un cuatro seguido de nueve ceros es la cifra aproximada que señala la aparición dela vida orgánica en nuestro Planeta; es decir, del primer ser vivo. Y ésta tuvo lugar en forma de un ser unicelular, un microorganismo compuesto de una sola célula que denominamos “procariota” ..., y que está en el origen de ti y de nosotros, en términos biológicos. Solo que “ha llovido mucho” desde entonces hasta llegar aquí.

¿Por qué te cuento esto? Pues te lo cuento porque estamos en “tiempo de confinamiento”, y quizá te guste saber que el asunto viene de muy atrás; que no ha comenzado con lo del virus, vamos... Ni es nuevo, aunque sí ignorado o pasado por alto.

El asunto, pues, “se las trae”. Verás: aquella remota célula (la procariota) fue el primer soporte orgánico de la Vida; del “Dios eternamente viviente y eternamente creador” que decide manifestarse como tal. Es decir, su primer habitáculo o morada.

¿Te sitúas? Seguimos.

Así que: tenemos al Creador de todo lo viviente metido en una célula, que también significa “celda”. Confinado, que diríamos ahora. Confinado en la primera forma de vida desde el origen de ésta, y permaneciendo invariable desde entonces; garantizando y haciendo posible la continuidad de la Vida. En verdad, la Creación es la crónica de un confinamiento... ¿Te sorprende?

Admítelo: estás vivo porque Él sigue“ confinado”. Esta es la realidad. Tu vida, tu “estar vivo”, es el testimonio de Su presencia en cada una de las células de tu cuerpo, nuevas y más complejas que las originales, pero “hijas” de aquella primera; la cual sigue presente en tu cuerpo pese al tiempo transcurrido y pese a la implacable Evolución, que la ha conservado. Quién sabe si en reconocimiento de su pasado y de su alta dignidad..., como un honor.

Bien. He de decirte, al respecto de mis anteriores palabras, que es mi manera de expresar algo que la Humanidad reconoce desde hace al menos 2.600 años, y que yo suscribo al cien por cien. El Hinduismo concibe a su Divinidad “presente y viva” en su manifestación, bajo el nombre de Atmán. Y en nuestra tradición de origen hebreo, a partir del Exilio de Babilonia (Siglo VI a.C.) se concibe a Dios como una “presencia viva” en cada persona, metida en su cuerpo como una Ley, bajo el nombre de Shekinah, la PRESENCIA..., a la que Jesús alude cuando se refiere al “Padre que está en lo secreto”, y en tantas ocasiones...

La Creación, la Historia del Universo y del ser humano comienzan con el “confinamiento” de Dios en sus manifestaciones, donde permanece silencioso; eternamente presente y todopoderoso, pero dejándonos hacer: poniendo en nuestras manos la gestión de la vida y del mundo...

Piénsalo, amigo y compañero, ahora que andas sobrado de tiempo. Estar confinados no es una tragedia, sino un rango y una cualidad que nos asemeja a Dios y nos acerca a Él...

- Félix Gracia (Mayo 2020)

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