Transcripción literal del video:

“El que es injusto continúe aún en sus injusticias (…) y el justo practique aún la justicia (…) He aquí que vengo presto y traigo mi recompensa conmigo para pagar a cada uno según su trabajo”(Ap 22, 12)

 

Hola amigos, bienvenidos una vez más…

 

Con esta advertencia concluye el libro Apocalipsis sus últimos versículos. Y, de su mano, yo me adentro en el presente comentario que también va de trabajo, de movida social, y del ejercicio de actividades contrapuestas entre sí; de justos e injustos llamados a ser tratados iguales, sin censura moral y como convenientes ambos…, amparados por ese tácito mensaje bíblico de: “que cada uno haga lo que tiene que hacer”, lo cual equivale a decir que lo malo o “el mal aparente” cumple una función, y no solo los actos de justicia como se piensa; que ambos son actos de servicio, más allá de nuestros juicios morales e ideas preconcebidas fruto de la ignorancia.

 

Convenientes, como digo, y hasta necesarios. No te sorprendas y presta atención, querido amigo, pues está hablando de nosotros, de nuestra actividad como trabajadores al servicio de una noble causa, o propósito que ya conoces, pero en cuyo desarrollo no estamos solos ni haciendo todos lo mismo. Por el contrario, somos muchos los convocados y muy diversas las tareas: opuestas incluso. Y todo ello, practicado en tiempo real; es decir, simultáneas y plenamente activas en el día a día. Así que más nos vale ajustar la visión y comprender qué es en verdad el Dharma, o deber moral en el que se inspira nuestro propósito, para ejercitar y entender nuestra actividad y la de los demás, sanamente.

 

Detengámonos un instante para reflexionar. Vivimos un momento crucial al que me he referido en otro momento diciendo de él que constituye el mayor reto para la Humanidad de los últimos dos mil años: nada menos que un cambio de paradigma mundial o modelo de civilización. Un cambio radical hacia un mundo nuevo muy distinto al presente; lo cual, como puedes imaginar implica grandísimos cambios en todas las áreas dela vida, a nivel personal y colectivo…, tan grande cambio, tan vasto… que no lo podemos imaginar. Solo sabemos que este mundo presente será irreconocible en aquél profetizado, pues pocas cosas suyas están llamadas a permanecer.

 

Pues bien, este es el marco de referencia de nuestra actividad; el contexto donde todos nos tenemos que mover y actuar…, y quitar, o poner de forma incesante; es decir, cambiar. Y hacerlo, no siempre de manera libre y consciente, sino presionados por las circunstancias, por emociones instintivas, o por impulsos psíquicos inconscientes, que nuestros antepasados interpretaban como imposición de los dioses.

 

Sobre dicha base común, sepamos que todos los seres humanos estamos involucrados en una misma tarea, aunque con funciones distintas y aún contrapuestas. Unos, eliminando elementos, atacando símbolos o destruyendo principios o normas del viejo paradigma; otros, introduciendo elementos nuevos, rompedores…, creando. Otros, queriendo conservar las cosas como están. Y otros…, otros… ¡vete a saber, con la cantidad de opciones posibles…!, y siendo tan compleja la situación.  Así, todos al mismo tiempo y a la vez, afanados cada uno en lo suyo; y no necesariamente de manera colaborativa, ni amable, ni tolerante, ni comprensiva con lo ajeno, sino bruscamente, con violencia y con engaño, con malas artes… Poniendo tanto o más empeño en que el otro fracase, que en conseguir el éxito propio.

 

Como digo y pese a las diferencias, todos están o estamos involucrados en la misma tarea pero no lo percibimos así, sino como rivales o enemigos enfrentados. Y, de lo que podría ser un fructífero (y hasta placentero) trabajo en equipo, hacemos un campo de batalla. O, en el mejor de los casos, una especie de “río revuelto” del que sacar provecho, conforme a nuestro innato egoísmo. Así somos, y así es el espectáculo diario ofrecido, a poco que repares en él. Anda, echa un vistazo al panorama… Pero hazlo teniendo en cuenta que no todo lo que sucede es conocido ni se divulga, pese al ruido mediático; y que las noticias más difundidas y las actividades delos personajes públicos, solo representan la punta del iceberg. Y que la realidad es mucho más compleja y sombría.

 

Bueno pues, así son y están las cosas…, y así seguirán un tiempo. Pero no te vengas “abajo”, no te aferres al clásico lamento de: “¡que Dios nos coja confesados!”. No te desanimes pensando qué de bueno cabe esperar de esta sociedad. Porque sí existe un lado bueno: pero hay que descubrirlo y darle vida, realizarlo.

 

Así lo siento y creo. Y así te lo voy a contar:

 

Empecemos por entender que todo lo que hacemos y hacen los demás, son (o pueden ser) secuencias de una película ajustadas a un guión, a una “idea-propósito” que se apoya en ellas para llegara un desenlace final previsto de antemano en dicho guión. ¿Crees que esto es posible…, tan posible como la realización de cualquier película convencional ola ejecución de un proyecto?

 

Esta afirmación, lógica para muchos, no lo es sin embargo para otros, pues los seres humanos en general vivimos en estado de ignorancia, como los personajes de la Caverna de Platón que solo ven sombras; somos simples espectadores que percibimos la realidad a modo de secuencias concretas y aisladas, pero desconocemos el hilo conductor, el guión que las une y les confiere sentido. Esa es la realidad que no vemos.  Pero hay un guión, aunque la mayoría lo ignore y algunos incluso lo nieguen. Y no se trata de una opinión o teoría, sino de un sentimiento acrisolado durante milenios en el alma humana.

 

El sentimiento y la convicción de que la Creación se basa en un guión, o “IDEA-PROPÓSITO” de Dios, que la Humanidad ha presentido desde tiempos remotos, y vivido conforme al mismo miles de años antes de que surgieran las religiones… Cuando la raza humana aún vivía en estado de comunión permanente con todo lo creado y el sentimiento de pertenencia a un TODO, a algo numinoso y providencial que a todo ser vivo nutre, conserva, protege y guía. Una impresión registrada en el Alma desde entonces, un valioso tesoro que hemos heredado y mantenido vivo.

 

Hay mucha historia detrás de dicho sentimiento, mucha experiencia, mucha vida…, antes de que nuestros antepasados empezaran a ponerle palabras y a construir metáforas para así acercarse al misterio de lo inefable y hermoso de la Creación… Y, entre ellas, además de la visión de los místicos judíos anteriores y contemporáneos de Jesús, de los sabios tanaítas que inspiraron textos como el Zohar y el Séfer Yetzirah, y una fructífera tradición mística a la que me he referido en otros momentos. Además de ésta, digo, hoy quiero extraer del cofre donde se guardan los tesoros heredados, esta otra visión que nos llega de nuestros antepasados hinduístas, tan ancianos y sabios o más que los hebreos… Me refiero a la Trimurti Hindú. Una bella y profunda metáfora que desvela la naturaleza insondable de la Divinidad (o Brahman Supremo); de esa Divinidad que existe y vive en el interior del ser humano con el nombre de Atman, en equivalencia a la Shekinahhebrea, y lo hace  bajo tres aspectos diferenciados y unidos, con nombre de dioses y distinta actividad para cada uno de ellos:

 

Así resulta: Brahmá, el dios creador del Universo; Shiva, el dios transformador o destructor; y finalmente: Vishnu, o dios conservador. Tres naturalezas en una sola, llamada Brahman, o Causa Suprema. Y tres actividades o funciones que se resumen en : crear, destruir y conservar, permanentemente activas y aparentemente contrapuestas. Que son exactamente las funciones de la Creación en marcha, de la “creación continua” que modernamente denominamos Evolución, y cuya manifestación más inmediata es la actividad del colectivo celular de nuestro cuerpo, en continua renovación… Y, de igual modo, nuestro “ser y estar ”en la Vida y en el Mundo, puesto que los tres dioses o poderes encarnan en el ser humano como impulsos vivientes, o arquetipos.

 

Medita estas palabras, querido amigo…Ya ves: resulta que la situación que estamos viviendo, de cambio y confrontación de intereses e impulsos, no tiene nada de original, pues repite un patrón establecido como directriz desde el origen de la Vida; que no es un asunto de esta sociedad, ni siquiera un asunto humano en sentido estricto, sino ¡de Dios…! Una expresión de Su voluntad a través del Hombre; una Ley, por tanto, que se cumple de manera inexorable por nuestro intermedio.

 

Medítalo. Dios creando novedades de manera continua, destruyendo lo caduco y conservando lo todavía necesario o útil…Solo que detrás de los nombres de Brahmá, Shiva o Vishnu no existen tres dioses individuales que realicen las tareas, como imaginábamos, sino el Hombre. El Hombre como colectivo heterogéneo llamado Humanidad que los incorpora o encarna a modo de tres belicosos (aunque ciegos)ejércitos, no necesariamente militarizados, y éstos a su vez, con múltiples áreas, divisiones y jerarquías de operarios especializados en mil detalles, funcionando todos a “piñón fijo”…, haciendo lo que tienen que hacer. Pero condicionados bajo el estado de “avidya” o de ignorancia que, aplicado al caso significa, además y concretamente: “ignorancia o desconocimiento” de la “IDEA-PROPÓSITO” de Dios. O sea, del guión de la película y del papel o función de los actores. De cada actor; es decir, del papel o función de los demás, aparte del tuyo o del mío; tan válidos y necesarios desde el punto de vista de Dios, como lo que sale de ti o de mí.

 

Démonos cuenta de esto cada vez que el “otro” haga o diga algo que no encaja con lo propio… Y, si nuestro propósito se inclina a favor de “construir”, bien sea una casa o una Nueva Humanidad, por ejemplo, demos por hecho que habrá otros equipos especializados en “demoler ”instalados junto a nuestra tienda de campaña… No están ahí para fastidiarnos, conforme al guión, sino para hacer lo que tienen que hacer. Al igual que todos.

 

Ya lo sabes: así es la Ley en estado puro. Sin conflicto. El dramatismo y la tragedia lo ponemos nosotros con nuestra actitud dogmática, beligerante y ciega, que juzga, condena y rechaza a lo diferente con un arrebato visceral demoledor que nace de las entrañas del Ego sin Dios.

 

Claro que existe “un lado bueno de las cosas”… Pero no está en las cosas mismas, sino en el Alma del que las mira. Como el Reino de los Cielos del que hablaba Jesús. Aunque no solo…, porque en ese mismo espacio donde habita aquél, también reside un “lado malo”; su opuesto…,que no enemigo. Como las dos caras de la moneda, prestas a salir a la luz a través de la mirada de alguien. El bien y el mal plantados en el mismo campo en forma de mítico Árbol del Paraíso asociado a una Caída…, que ya no es sinónimo de pecar, sino de “ver claro o hacerse consciente”.

 

Empezamos a comprender, a hacernos conscientes…, y a ver lo verdadero. Y si nos preguntamos en qué lado está el Reino de los Cielos anunciado. Percibimos como respuesta que ese Reino donde habita el Padre Bueno que hace salir el Sol para justos y pecadores, ocupa ambos lados, y no uno solo.

 

Sí, empezamos a ver lo verdadero. Y, esta nueva disposición nos orienta e impulsa hacia el “otro”, a todo lo otro que uno mismo no se siente ser, y encontrarse a sí mismo en ello…: COMPASIÓN pura, por tanto. Comunión de las Almas. Porque, en palabras de Krishna: “Todos los caminos del Hombre son camino de Dios”. Y lo son siempre, añado yo. En consecuencia, el camino del “otro” también es mío cuando miro de otro modo; desde ahí, en ese mirar, solo existe y contemplo una única Alma con dos lados en uno. Y esa gran verdad, al tiempo que es un DON, también es una regla ética para caminantes hacia la Nueva Humanidad.

 

Abro pues mi corazón, amigo desconocido, para encontrarte… Me acercaré a tu camino para estar contigo, y bendecirte…, y decirte que, aun si parecen distintos, tu camino y el mío confluyen en el mismo lugar del que partieron, que es el Corazón de Dios. Y un día, tal vez hoy…, o mañana, nos sentiremos regresados y unidos en él.

 

Hasta ese día, y en todo momento, mi apoyo y mi fraternal abrazo para ti.

 

- Félix Gracia (Enero 2021)

Videos Relacionados

info@confelixgracia.com